sábado, 21 de abril de 2012

Preludio

A punto de aterrizar y siento esas cosquillas desestabilizadoras.
Llevo varios días planificando el encuentro en mi calenturienta imaginación.
Necesito traspasar las fronteras de mi cotidianidad, sentirme viva, nunca es suficiente, disfrutar de la finitud del tiempo, exprimirlo, no dejarme llevar por la inercia, recorrer los retorcidos caminos de mi mente para llegar al deseo, a ese deseo salvaje que me va comiendo por dentro, que me acelera, impúdica.
Salto del avión arrastrando mi maleta y me dirijo al baño más cercano, imaginando su sonrisa, esa mirada de chico malo, una desconcertante mezcla de ternura y distancia, siento mi sangre bombeando, ese palpito, esas ganas, respiro profundo acelerando el paso.
Me siento en el baño y me pongo unas medias negras hasta medio muslo, unas botas de finos tacones,un tanga negro y una gabardina en un tono verde militar anudada a la cintura, nada más, siento la turgencia de mis pezones acariciar la tela.
Me miro al espejo, me ajusto la gabardina y sonrío, me maquillo ligeramente y me pongo unas gafas de sol oscuras.
Salgo al exterior y siento una brisa cálida acariciar mis piernas, salto dentro del primer taxi libre,
me acomodo en el asiento, y cruzo las piernas.
Doy la dirección y miro a través de la ventana mientras circulamos rumbo a la ciudad y le imagino en su apartamento esperándome, escucho el sonido del whatsapp de mi móvil "¿niña, donde andas?",  respondo: "deseo, deseo..."
Para el taxi enfrente de su casa, entro en el edificio y siento la mirada del portero resbalar por mi cuerpo,le sonrío y tengo que morderme el labio para no partirme de la risa.
Entro en uno de los ascensores, me arreglo el pelo delante del espejo, dejo caer un mechón rubio delante de mis ojos.
Al salir al rellano como la otra vez me sorprende el silencio del largo pasillo de color blanco, con infinidad de puertas numeradas, como un antiguo hotel que esconde multitud de historias, de sexo, de amor, de enredos.

Camino muy despacio, solo se oyen las rueditas de mi maleta y mis tacones, la belleza del silencio,
con el corazón encogido y el frenético ritmo del pulso, conteniendo el aliento me acerco a su puerta
y llamo suavemente con los nudillos.
Se abre despacio, nos miramos quedamente, entro y dejo la maleta a un lado cerrando la puerta tras de mi, y apoyo mi espalda en la pared, desato el cinturón de la gabardina, la desabrocho mientras le observo y la dejo resbalar  por mis brazos, su ojos recorren mi piel, se acerca a mi apoyando sus manos en la pared a ambos lados de mi cuerpo, siento mi respiración agitada, me quedo inmóvil, expectante, sonrío y sus labios se acercan a mis pechos soplando en los pezones, resbalando su lengua por ellos muy despacio, lamiéndolos en círculos, mordisqueándolos, y clavando su mirada en mis ojos nuestros labios se buscan, nos besamos despacio...




Desaparece la ansiedad, solo el roce de nuestras pieles, sincronía de latidos, caricias y susurros.
Es lo único que existe en este instante irrepetible como todos, dejándonos llevar por el instinto, cerrando los ojos, entregados a prolongar el placer segundo a segundo, conscientes de que al final me iré por donde he venido, y mientras afuera el ritmo frenético de la vida sigue su curso, dejamos que la tormenta de lujuria nos posea, nos arrastre.





Hands around my throat - Death in Vegas